La importancia de fomentar valores en las nuevas generaciones radica en aunar esfuerzos por solucionar el deterioro social que se está viviendo actualmente, donde la violencia, la desigualdad y la avaricia parecen haberse adueñado de la humanidad. Afortunadamente, esto tiene remedio si se consiguen recuperar la conciencia y los principios a tiempo, al menos a largo plazo.

Los valores

Los valores son inmateriales, no se pueden tocar, oler o ver, pero existen y permiten la convivencia armónica entre las personas, así como con otros seres vivos,

Nos referimos al respeto, la honestidad, el amor, la amistad, la igualdad, la solidaridad, la humildad, entre otros, los cuales son importantes regentes de una sociedad funcional y con potencial para el progreso.

Lamentablemente, en los últimos años parece ser que para avanzar en otros ámbitos la humanidad ha dejado a un lado a los valores y las generaciones más recientes están creciendo en un mundo donde la violencia y la desigualdad están a la orden del día.

Este tipo de fallas en la sociedad requieren años de cultura y buena educación para ser erradicadas. Sin embargo, eso no incluye necesariamente a las generaciones que ya se han visto afectadas por esta situación, más que nada depende de las nuevas que más adelante serán sus reemplazos.

Las nuevas generaciones

Las nuevas generaciones serán quienes se queden a cargo cuando las actuales ya no tengan la energía ni las condiciones para mantener en marcha a los diferentes sectores de la sociedad y, según como sean educadas, la vida será favorable o todo lo contrario.

La responsabilidad de educar a las nuevas generaciones es de los padres y representantes de la sociedad actual, quienes en su momento recibieron la instrucción y crianza necesaria, ahora deben hacer lo propio con sus propios descendientes.

La importancia de fomentar los valores

Si no comenzamos a construir una conciencia altruista con base en los valores esenciales de la sociedad, no será posible enderezar el rumbo de las cosas que ya van por mal camino en la actualidad.

Por ejemplo, no podemos aspirar a tener paz si se continúa fomentando la violencia, como se ha venido haciendo hasta ahora.

Así mismo sucede con los demás aspectos de la sociedad y la vida en general. Para ello se requiere la colaboración de todos, incluyendo a las familias, las escuelas y la sociedad.

Es un error común atribuirle toda la responsabilidad de la educación a los docentes y las escuelas, cuando el eslabón primario en la formación de los niños es la familia y de nada serviría intentar educarles apropiadamente si en la comunidad aprecian un ejemplo totalmente contrario a lo que debería ser.

Las experiencias significativas son las que marcan las vidas de las personas y les dejan aprendizajes. Por esa razón, puede tener más impacto una situación traumática que se vive en casa o en una comunidad que una actividad controlada por el docente en el aula.

Lo cierto es que aún hay oportunidad de conseguir un cambio favorable en el rumbo de la humanidad, si se corrigen a tiempo las fallas y todos nos abocamos a colaborar con el buen ejemplo para las futuras generaciones.

Esto no solo servirá para prever peores situaciones en el futuro, el hecho de que la sociedad funcione como debe ser también mejorará las condiciones de vida actuales en beneficio de todos sus miembros.

Sería irreal pensar en una sociedad utópica, donde todos hagan el bien y actúen conforme a lo que dictan los valores, pero tampoco podemos desistir en el intento porque las nuevas generaciones también merecen vivir en un mundo de paz e igualdad y no deberían correr con las consecuencias de lo que las actuales están haciendo mal ahora.